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sábado, 12 de diciembre de 2009

EL MODERNISMO


El Modernismo es un movimiento poético renovador surgido a finales del siglo XIX en América como respuesta al agotamiento de la literatura realista. Recibió influencias del Parnasianismo y del Simbolismo franceses y, por ello, contó con una doble orientación estilística: el gusto por la forma poética bella, conseguido con grandes efectos coloristas y sonoros (Parnasianismo) y el interés por el contenido simbólico y connotativo del poema (Simbolismo). Supuso una gran renovación del lenguaje poético por la introducción de numerosos cultismos, neologismos y palabras exóticas. También produjo una gran renovación métrica basada en la utilización de versos antiguos como el alejandrino, la remodelación de otros clásicos como el endecasílabo y un principio general de libertad métrica.


Los temas


La temática del Modernismo apunta en dos direcciones. La más señalada es la que atiende a la exterioridad sensible (lo legendario y lo pagano, lo exótico, lo cosmopolita). La otra línea apunta a la intimidad del poeta, con su vitalismo y su sensualidad, pero también con su melancolía y su angustia.
-"Una desazón romántica". Son notables las afinidades de talante ente románticos y modernistas: análogo malestar, análogo rechazo de una sociedad en la que no halla lugar la poesía, parecida sensación de desarraigo, de soledad... Una nueva crisis espiritual exalta otra vez-por encima de la razón-las pasiones y lo irracional; el misterio, lo fantástico, el sueño, vuelven a poblar los poemas. Pero lo más importante son las manifestaciones de tedio y de profunda tristeza: la melancolía es un sentimiento central. Sintomático de este talante es la presencia de lo otoñal, lo crepuscular, de la noche, temas reveladores de ese hondo malestar romántico, propio de quienes se sienten insatisfechos en el mundo en que viven.
-El escapismo. También como el romántico, el modernista se evade a veces de su mundo por los caminos del ensueño. Pero ahora la evasión se nutre con una elegancia exquisita aprendida de los parnasianos. Hay una evasión en el espacio, ese conocido exotismo, cuyo aspecto más notorio es lo oriental; y una evasión en el tiempo, hacia el pasado medieval, renacentista, dieciochesco. En una línea semejante se situaría el gusto por la mitología clásica, con su brillantez y su sensualidad pagana que no es más que la necesidad de soñar en mundos de belleza en los que refugiarse del mediocre ambiente burgués.
-Cosmopolitismo. Es un aspecto más de la necesidad de evasión, del anhelo de buscar lo distinto, lo aristocrático que desemboca en la devoción por París, meta de tantos modernistas e inspiradora de tantos versos.
-El amor y el erotismo. En la temática modernista se advierte un contraste reiterado entre un amor delicado (romántico, becqueriano) y un intenso erotismo. Así, de una parte, se hallan manifestaciones de una idealización del amor y de la mujer, un nuevo cultivo del tema del amor imposible, y , de otra, se derrochan muestras de un erotismo desenfrenado: sensuales descripciones y notas orgiásticas, frecuentemente unidas a las evocaciones paganas, exóticas o parisienses.
-Los temas americanos. Se trata, al principio, de una manifestación más de la evasión hacia el pasado y sus mitos (cuando Rubén canta a Caupolicán). En etapas posteriores, en cambio, los modernistas (Lugones, Santos Chocano, etc) incrementarán el cultivo de los temas americanos y su sentido entonces será distinto: el anhelo de buscar las raíces de una personalidad colectiva.
-Lo hispánico. Esa misma búsqueda de raíces explica la presencia de los temas hispanos. Rubén Darío en muchos de sus poemas de Cantos de vida y esperanza, exalta lo español como un acervo de valores humanos, morales y culturales frente a la civilización anglosajona representada fundamentalmente por los Estados Unidos.

En conclusión, la temática modernista revela, por una parte, un anhelo de armonía en un mundo que se siente inarmónico, un ansia de plenitud y de perfección, espoleada por las íntimas angustias y, por otra, una búsqueda de raíces en medio de aquella crisis que produjo un sentimiento de desarraigo en el poeta.


La estética modernista. El lenguaje


El mismo anhelo de armonía, de perfección, de belleza, es también la raíz de su estética. El Modernismo, según Juan Ramón, "era el encuentro de nuevo con la belleza, sepultada durante el siglo XIX por un tono general de poesía burguesa".
De ahí el esteticismo. Es evidente que el esteticismo lo invade todo, al menos en la primera etapa del movimiento (hasta 1896) y consiste en una denodada lucha contra el prosaísmo del léxico para conseguir un lenguaje nuevo.
Va unido a ello la búsqueda de valores sensoriales. El Modernismo es una literatura de los sentidos. Todo-el paisaje, la mujer, un cuadro, una melodía, un objeto hermoso-es fuente de goce para el oído, la vista, el tacto..., y una ocasión de refinadísimos efectos sensoriales y hasta sensuales.
Tales efectos se consiguen gracias a un prodigioso manejo del idioma. Se produjo un notable enriquecimiento del lenguaje poético: por una parte en el sentido de la brillantez y de los grandes efectos y por otra en el sentido de lo delicado, de la intimidad.
Así sucede con el color: desde lo brillante (amor lleno de púrpuras y oros) hasta lo tensamente matizado (diosa blanca, rosa y rubia hermana) y con los efectos sonoros, desde los acordes rotundo (la voz robusta de las trompas de oro) hasta la musicalidad lánguida (iban frases vagas y tenues suspiros/ entre los sollozos de los violoncelos).
Los modernistas saben servirse de todos aquellos recursos estilísticos que se caractericen por su valor ornamental o por su poder sugeridor:
-Abundantes recursos fónicos que responden al ideal de musicalidad. Así, los simbolismos fonéticos(las trompas guerreras resuenan), la armonía imitativa(está mudo el teclado de su clave sonoro) o la simple aliteración (bajo el ala aleve del leve abanico).
-El léxico se enriquece con cultismos o voces de exóticas resonancias, o con adjetivación ornamental: unicornio, dromedario, gobelino, sacro, ebúrneo cisne, bosque hiperbóreo...
-La preeminencia de lo sensorial se manifiesta en el copioso empleo de sinestesias, a veces audaces: furias escarlatas, rojos destinos, verso azul, esperanza olorosa, risa de oro, sones alados, blanco horror, sol sonoro...
-Destaca también la riqueza de imágenes, no pocas veces deslumbrantes: Nada más triste que un titán que llora/ hombre-montaña encadenado a un lirio; La poesía/ es la camisa de mil puntas cruentas/ que llevo sobre el alma.


Evolución del Modernismo y su desarrollo en España


La opinión más extendida de la crítica distingue en el desarrollo del Modernismo hispanoamericano dos etapas. La primera iría hasta 1896 (fecha de Prosas Profanas de Darío) y en ella dominarían el preciosismo formal y el culto a la belleza sensible. La segunda presentaría como particularidades una intensificación de la poesía intimista y una presencia de los temas americanos, junto a una atenuación de los grandes efectos formales.
Los principales iniciadores del Modernismo fueron los cubanos José Martí y Julián del Casal, el mejicano Gutiérrez Nájera y el colombiano José Asunción Silva y posteriormente vienen tras ellos el genial nicaragüense Rubén Darío y otros como Amado Nervo, Leopoldo Lugones y José Santos Chocano.
España había tenido también sus precursores de las nuevas tendencias poéticas: el madrileño Ricardo Gil(1855-1908), el cordobés Manuel Reina(1856-1905) y, sobre todo, el malagueño Salvador Rueda(1857-1933), quien-pese a su escasa formación-poseyó una notable intuición para captar las novedades que flotaban en el ambiente, así como una especial sensibilidad para los valores cromáticos y musicales.
Cabe señalar algunas peculiaridades del Modernismo español como por ejemplo la menor brillantez externa: menos ninfas, menos princesas, menos cisnes... Predomina el intimismo. Por otra parte, menos sonoridades rotundas, menos alardes formales. El Modernismo español tiene poco de parnasiano y se limita sobre todo a la savia simbolista, con lo que se une la vigencia de Bécquer.
Como figuras más características del Modernismo español podemos citar a Manuel Machado y en un plano notablemente inferior a Villaespesa y Marquina. En la órbita del Modernismo se sitúan asimismo tres grandes autores:
-Valle Inclán: máximo representante, en su primera época, de la prosa modernista con sus Sonatas.
-Antonio Machado, que inicia su obra dentro del Modernismo intimista: Soledades, galerías y otros poemas.
-Juan Ramón Jiménez, quien cultiva-durante una buena etapa-una poesía "fastuosa de tesoros", envuelta en los "ropajes" del Modernismo (Ninfeas, Arias tristes...), antes de crear una poesía novísima a partir de 1916.

Antonio Machado


Antonio Machado es un caso aparte dentro del Modernismo español: su poesía es bastante personal e intimista con muchas implicaciones vitalistas y existencialistas en la línea del existencialismo europeo de la época pero, formalmente, recibe muchas influencias del Modernismo, el cual se manifiesta también en sus valores simbólicos y connotativos y su lenguaje se caracteriza por su sencillez y por sus efectos sugerentes. Su obra es tan completa que también se puede encuadrar dentro de la Generación del 98, sobre todo en lo referente al tema de España y del paisaje castellano.

Machado definió la poesía como “palabra esencial en el tiempo”. Con estas palabras quería sintetizar su doble objetivo: captar la esencia de las cosas, a la vez que su fluir temporal y precisó que “la poesía es el diálogo del hombre, de un hombre, con su tiempo”. En estas afirmaciones está la raíz de esa cálida y entrañable humanidad que impregna toda su obra.

Trayectoria poética

1. Primer ciclo: Soledades. En los años en que triunfa el Modernismo, aparece-primero-Soledades (1903) y luego-suprimidas algunas composiciones y añadidas muchas más-Soledades, galerías y otros poemas (1907). Se trata de un Modernismo intimista con esa veta romántica de Bécquer o Rosalía.

2. Segundo ciclo: Campos de Castilla. Se publica Campos de Castilla en 1912, poco antes de la muerte de Leonor. Sus temas son: el paisaje y el tema de España, muy en la línea del noventayochismo.

3. Nuevas canciones. En 1924 publica Nuevas canciones, un libro breve y heterogéneo. Lo más característico de este libro es el centenar de Proverbios y cantares: sentencias o pensamientos de tipo filosófico.

4. Últimos poemas. En los años posteriores a 1924 publica el Cancionero apócrifo de Abel Martín y, cuando estalla la guerra civil, Machado se acerca a la España republicana y surgen así sus Poesías de guerra.

Juan Ramón Jiménez

Es un caso aparte dentro del Novecentismo, en donde ejerció su magisterio. Su gran genialidad poética le llevó a cultivar diferentes temas y estilos: se inició en el Modernismo, posteriormente cultivó la poesía pura vanguardista y, finalmente, creó un estilo muy personal basado en la sinceridad poética y en la elegancia de su lenguaje puramente connotativo, el cual le permitió abordar con un gran vitalismo sus preocupaciones existenciales.

Su ideal de poesía está presidido por una triple sed: sed de belleza, sed de conocimiento, sed de eternidad. Su poesía es rotundamente intimista, como podemos observar en el siguiente texto:

Trayectoria poética

Hay en Juan Ramón una permanente inquietud, una constante búsqueda, que explican su peculiar evolución. En esa trayectoria ininterrumpida suelen distinguirse varias etapas:

I. Época sensitiva (Los ropajes del Modernismo). Sus primeros poemas datan de 1898, cuando tenía diecisiete años y son muestra de un posromanticismo becqueriano y de un tono adolescente. Sin embargo, muy pronto recibe el influjo modernista: Ninfeas(1900) y Arias tristes (1903). Esta es una poesía vestida de inocencia, sencilla de formas, contenida, transparente de emoción. Sus temas son la soledad, la melancolía y el paso del tiempo.

II. Entre 1908 y 1915 compone poemas que recogerá en Elejías y La soledad sonora, entre otros. Estas son las obras en las que adopta “los ropajes del Modernismo” aunque su poesía no llegará a ser tan “fastuosa de tesoros” como la de Rubén. Típicamente modernistas son la utilización del color y de otros elementos sensoriales, la adjetivación brillante y el uso de abundantes imágenes. A esta época corresponde su memorable Platero y yo (1917).

III. Época intelectual (Poesía desnuda). En 1916 rompe definitivamente con el Modernismo con el Diario de un poeta recién casado, escrito con motivo de su viaje de novios a Nueva York. Entre 1923 y 1926 escribe también otra obra emblemática La estación total, en donde se observa el anhelo de abolir el tiempo y de llegar a una posesión total de la belleza, de la realidad y del propio ser.

IV. Época suficiente o verdadera (La etapa final). Durante su exilio voluntario en América escribe, entre muchos otros, Dios deseante y deseado (1949) repleto de un extraño misticismo o anhelo metafísico.

Ramón María del Valle Inclán

Tanto por su personalidad como por su obra y estilo, Valle fue un escritor muy peculiar dentro de la generación literaria de principios de siglo y de él se ha dicho que estrechó los límites entre el Modernismo y el 98. En sus inicios fue considerado modernista, aunque por su ideología también puede ser incluido dentro de la Generación del 98. En su etapa modernista escribió las Sonatas (Sonata de primavera, Sonata de estío, Sonata de otoño y Sonata de invierno).